Durante aquellos días tan sonoros
con mil notas de tiza por las calles
y derroches de amor por las esquinas,
me convencía y quise convencerte
de que éramos pareja inigualable
como esas que se ven en los carteles
del cine, de que el suelo nos unía
como en esos poemas de Neruda
tiernos que yo te leía de noche,
y de un blanco viaje a Dinamarca
con tan solo el batir de aquellas alas
que nos crecieron durante esos días.
Como eras tan incrédula te dije
que nuestras almas iban enlazadas
pues nuestras vidas eran paralelas.
Ahora, mientras sube el ascensor
y has cerrado la puerta a mis requiebros,
sangrando tu “hasta siempre” en mis adentros
me insulto por no haber cogido ciencias
en vez de letras, para así haber sido
menos cuentista y más calculador,
y no permitir más que se me olvide
el que nunca jamás dos paralelas
tuvieron ni tendrán su conexión.
Nota: Este poema puede encontrarse en mi poemario Penúltimo momento (Madrid, Sial, 2005)
Nostalgia de otros tiempos ya pasados…? Love Connie
así nos va muchacho…
Qué bonito Ernesto.
Me ha encantado.
Es de los poemas que te enganchan en la primera palabra y vas recorriéndolos hasta el final con curiosidad e inquietud para ver cómo termina. De los poemas en los que intuyes que va a pasar algo.
Nada de insultarse por haber elegido letras ¡vivan los cuentistas!