Como sabéis, estaré en Rusia hasta el día 12 de septiembre. Ayer, tras cinco larguísimas horas de autobús, llegamos a Yasnaya Polyana desde Moscú. Como era bastante tarde, nos limitamos a cenar, hacernos unas risas e irnos a dormir. Esta mañana, en cambio, ha sido más intensa. Tras el desayuno, y a pesar de que amenazaba lluvia, nos han enseñado la casa natal de Tolstoi. Se trata de una finca museo de proporciones desmesuradas en la que a día de hoy se sigue cultivando, arando y recolectando como hace cien años. De todo lo que nos han contado, sin lugar a dudas me quedo con la historia de la “ramita verde”.
Leo Tolstoi, que vivió más de ochenta años, nunca olvidó un día en el que, de pequeños, su hermano y él jugaban en el campo. El hermano, que debía tener una imaginación desbordante, cogió una ramita verde del suelo y la enterró en un lugar secreto, diciéndole a Leo que quien alguna vez lograra encontrar esa ramita sería capaz de encontrar la solución para que el ser humano viviera feliz y en paz durante toda la eternidad. Muchos años después, poco antes de morir, Tolstoi, que ya era una eminencia moral que habría de influir en Gandhi y en Luther King, escribió un artículo sobre la ramita verde en el que hablaba de esa felicidad escondida que se podría hallar. Antes de morir, Tolstoi pidió a su familia que se le enterrara en un claro del bosque en el que creía que su hermano había enterrado la ramita. Y así se hizo. Su tumba, que hemos visitado hoy, es un sencillo y emotivo montículo cubierto de hierba. Al verlo, he recordado ese poema japonés que hace años me hizo llorar en Himeji:
¿Por qué pensé
que las gotas de rocío
eran efímeras?
Sólo porque yo
no yazco sobre la hierba.
(Nota: la foto no es mía, porque no tengo modo de pasar las fotos al portátil. Cuando llegue a España, actualizaré las sucesivas entradas que vaya escribiendo sobre Rusia con fotos propias.)
Gracias Ernesto por sacar tiempo para dejadnos una muestra de lo que estás viviendo en Rusia. Hoy salió la noticia en el Puerta y ayer en el Diario. Somos muchos los que te queremos. Cuéntanos cosas también del resto de los escritores. Yo querría encontrar la ramita verde. Un beso
«Yasnaya Polyana» no sé qué significará pero me encanta cómo suena, y además evoca un tiempo que supongo será inolvidable . Disfrutadlo con los ojos y los sentidos muy abiertos.
Preciosa la historia de La ramita verde y el poema japonés que te emocionó.
Besos!!!!
Espero y deseo que todo te vaya bonito. Y gracias por llevarte ese manojo de papeles tan lejos. Un abrazo